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Alguna vez he probado a hacer galletas y, además de parecerme una tarea muy tediosa, el resultado nunca ha sido satisfactorio: o demasiado finas, o no me convencía el sabor o la textura,...

Cuando me decidí a hacer éstas no pensé que fueran a salirme tan bien ¡Son sencillamente perfectas! El grosor, la textura y el sabor me han sorprendido realmente. Pero hay que tener cuidado ya que provocan adicción. Mientras estudio no paro de abrir la lata y coger una y otra, y otra,...

La receta la encontré en el blog Estoy cocinando. He sustituido la mantequilla (no me gusta su sabor) por aceite de girasol y reducido la cantidad de harina. 

Para 35-40 galletas:

300g de harina para repostería

1 huevo

2 cucharadas soperas de leche

1 cucharadita de esencia de vainilla

150g de aceite de girasol

200g de azúcar

1/2 cucharada de levadura en polvo

1/2 cucharadita de bicarbonato

1 pellizco de sal

200g de gotas de chocolate (mínimo)

En un bol grande batimos el huevo con la leche, la esencia de vainilla, la sal y el azúcar. 

Agregamos el aceite de girasol y mezclamos bien.

Tamizamos la harina con la levadura y el bicarbonato y los vamos añadiendo poco a poco mientras batimos. Ahora lo mejor es usar una cuchara de metal o unas varillas de mover masa (no las de montar) ya que se hace espesa. Debe quedar una masa sin grumos.

Incorporamos el 80% de las gotas de chocolate y mezclamos bien. El resto las reservamos para el momento de hornear.

Envolvemos la masa en papel films y la dejamos enfriar la masa en la nevera una media hora. 

Precalentamos el horno a 170ºC.

Sacamos el bol del frigorífico y con una cuchara vamos extrayendo porciones de masa y dándole forma redondeada con la mano. 

Vamos depositando las bolas sobre la bandeja de horno (forrado con papel) y vamos incrustando las gotas de chocolate que habíamos reservado para que queden más monas las galletas.

Horneamos 20 minutos a 170ºC. 

En mi horno este es el tiempo perfecto, ni un minuto más ni un minuto menos. Cuando veáis que se doran suavemente es el momento de sacarlas porque si las dejamos un poco más se quedaran demasiado crujientes. Lo ideal es que estén blanditas por dentro. Ya veréis que quedan estupendas. 

¡Espero que os guste!